martes, 27 de septiembre de 2016

Decálogo de los defensores del pueblo contra el ruido

 
La Defensora del Pueblo y los defensores del pueblo autonómicos, reunidos en Pamplona en las XXXI Jornadas de Coordinación han aprobado el siguiente decálogo:
 
En defensa del derecho de la ciudadanía a un domicilio libre de ruido
 
Las defensorías del pueblo, conscientes de la incidencia negativa que en la calidad de vida de la ciudadanía tiene la contaminación acústica, desean postular una serie de medidas destinadas a garantizar de manera real y efectiva los derechos constitucionales que pueden ser vulnerados por su impacto.
 
Entre tales derechos, y de acuerdo con una consolidada jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo, destacan los derechos fundamentales a la integridad física y psíquica, la intimidad personal y familiar y la inviolabilidad del domicilio, así como los derechos de todos a un medio ambiente adecuado y a la protección de la salud. Estos derechos se agrupan en lo que se ha dado en llamar el derecho de las personas al descanso y al silencio en su domicilio.
 
Sin perjuicio de recordar que el respeto al disfrute de estos derechos es una obligación no solo de los poderes públicos, sino también de la sociedad civil, consideramos que:

 
1.- Los poderes públicos (y, en particular, las administraciones competentes) deben promover cambios en las prácticas sociales que originan la contaminación acústica e impulsar la concienciación de la sociedad sobre sus perniciosas consecuencias para la ciudadanía, mediante la educación escolar y campañas formativas e informativas dirigidas a sensibilizar a la población. El ruido debe ser tratado como un problema de entidad que afecta seriamente a la calidad de vida de las personas.
 
2.- La garantía del derecho a un medio ambiente adecuado en los espacios rural y urbano y, de manera singular, en las viviendas, exige que los poderes públicos sean conscientes y asuman su función pública de control ambiental de la contaminación acústica, cualquiera que sea el foco emisor que la origine, cuando se superan los límites establecidos por las normas. El ejercicio de esta función pública, como expresión de una buena administración al servicio de la ciudadanía, debe tener como objetivo irrenunciable garantizar el derecho a un domicilio libre de ruidos que permita a sus residentes disfrutar de su derecho al descanso.
 
3.- Con esta finalidad, las administraciones públicas deben ejercer, de forma eficaz y eficiente, las potestades que tienen asignadas en el ámbito de la ordenación del territorio, la planificación urbanística y el control y la disciplina ambiental, con el objeto de prevenir, evitar, y en su caso, suprimir la contaminación acústica que impida o limite el ejercicio de los derechos fundamentales.
 
4.- El ejercicio de la función pública relacionada con el control de la contaminación acústica hace necesario, además, que se elaboren planes de inspección dirigidos a verificar de oficio que los establecimientos e instalaciones que generan contaminación acústica dispongan de las correspondientes autorizaciones administrativas para su funcionamiento y que se respete el cumplimiento de las medidas correctoras impuestas.
 
5.- Las administraciones autonómicas, provinciales y locales deben promover un marco de coordinación y colaboración que garantice que todos los municipios puedan ejercer de una manera efectiva las potestades administrativas que tienen asignadas, garantizando la igualdad en la tutela y disfrute de los derechos fundamentales, con independencia del lugar en el que resida la ciudadanía.
 
6.- Asimismo, y con la finalidad de que los municipios puedan ejercer las competencias que tienen asignadas en este ámbito, ya sea por medios propios o por vía de colaboración con otras administraciones públicas, deben poder contar con los medios técnicos y personales necesarios que permitan crear en todo el territorio, urbano o rural, un servicio público de inspección y control de ruido. Se debería reconocer e impulsar el papel de la policía ambiental (en cualquiera de sus niveles: local, provincial o autonómico) como una institución clave en la detección rápida de este problema, en cuanto a las posibilidades de inspección “in situ”, en el foco de emisión de los ruidos, una correcta medición de los niveles de ruido en los domicilios y, en su caso, intervención cautelar.
 
7.- Las administraciones públicas no solo deben dar respuesta e impulso a las denuncias por exceso de ruido en los domicilios que planteen las personas afectadas, sino que deben, también, hacer un seguimiento de las medidas que se adoptan, facilitando medios para que la ciudadanía, de manera transparente, pueda ser informada de la adopción de tales medidas o para que, en su caso, pueda denunciar la inactividad de las autoridades y funcionarios ante sus reclamaciones. Asimismo, deben dar cumplimiento sin dilación a las sentencias de los tribunales de justicia, (sobre todo, del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos) que dan amparo a ciudadanos concretos en casos probados de vulneración de sus derechos.
 
8.- Sería aconsejable que las administraciones públicas promovieran mesas o foros de participación ciudadana para la gestión de conflictos sociales derivados del exceso de locales de ocio nocturno o por el funcionamiento de actividades que generen molestias de convivencia graves y continuadas.
 
9.- Aunque lo deseable en un Estado de derecho es que la tutela del derecho de los ciudadanos a un domicilio libre de inmisiones acústicas que no tienen el deber jurídico de soportar, se ejerza por los órganos que tienen encomendada la potestad para ejercer esa función pública, las defensorías valoran de manera positiva las actuaciones de jueces, tribunales de justicia y fiscales a la hora de garantizar los derechos vulnerados por la contaminación acústica, cuando estos no son debidamente protegidos por las autoridades y funcionarios responsables en sede administrativa.
 
10.- Las defensorías del pueblo remarcan su compromiso con la protección de los derechos fundamentales de la ciudadanía cuando estos sean vulnerados por causa de la contaminación acústica. Con esa finalidad, se comprometen a realizar cuantas acciones estén legalmente a su alcance para proteger de manera eficaz el derecho de la ciudadanía a residir en un domicilio libre de ruido, incluso poniendo en conocimiento de la Fiscalía aquellos casos en que observen vulneraciones de derechos de la ciudadanía con una posible relevancia penal.Asimismo, las defensorías del pueblo se comprometen a promover actuaciones de información, coordinación y divulgación de buenas prácticas en los ayuntamientos con objeto de fomentar la adopción de medidas de distinta naturaleza para prevenir o gestionar los conflictos ambientales, así como a ayudar a los ciudadanos damnificados en la orientación jurídica que resulte necesaria para que estos puedan ejercer acciones en defensa de sus derechos en los órdenes competentes.
 
Pamplona, 23 de septiembre de 2016

viernes, 23 de septiembre de 2016

Premios Russafa 2016


Desde Russafa Descansa, hemos pensado que vuestro apoyo a nuestra candidatura como colectivo vecinal a los Premios Russafa 2016 tendrá un efecto positivo para dar visibilidad mediática y vecinal a nuestra causa.

Si quieres votarnos, simplemente escribe un correo con tus datos (nombre, apellidos y domicilio) a la Junta Municipal de Distrito jmruzafa@valencia.es mostrando claramente la opción Russafa Descansa en el breve enunciado del texto

Muchas gracias por tu tiempo.

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Para: jmruzafa@valencia.es

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sábado, 3 de septiembre de 2016

El turismo contra los barrios

3 de septiembre de 2016
 
El turismo contra los barrios
 
Una ciudad debe tener un plan, sin duda, pero éste no puede ser contra su propia gente. Una economía diversificada, un parque de vivienda asequible, un espacio urbano desmercantilizado, unos equipamientos e infraestructuras que tengan en cuenta las diferentes formas que hay de vivir la ciudad, un transporte público barato, generalizado y eficiente o la disponibilidad de áreas verdes son algunas de las medidas que debe contemplar. Lamentablemente la apuesta turística apuesta por todo lo contrario
 
José Mansilla
 
La conversión de Barcelona en un referente turístico global no es fruto de la casualidad, sino del empeño de sus dirigentes municipales desde hace décadas, así como de las políticas implementadas desde diferentes instancias con la colaboración del empresariado local. Desde la Barcelona, Ciudad de Congresos, del ínclito alcalde franquista Josep Maria de Porcioles, pasando por los intentos de éste de hacer de la capital catalana sede de una Exposición Universal en el año 1982, la celebración de los Juegos Olímpicos una década después, el Fòrum de las Cultures de 2004, los World Mobile Congress, los contenedores culturales como el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) o el Museu Picasso, pasando por la celebración del Any Internacional Gaudí en 2002, la adecuación de las playas, la construcción de hoteles sobre suelo destinado a equipamientos, el urbanismo de diseño, los edificios firmados por arquitectos de reconocido prestigio, y todo un largo etcétera que nos llevarían a dedicar el presente artículo única y exclusivamente a enumerar la larga lista de encantos con los que cuenta la ciudad. 
 
Esto ha situado a Barcelona en el mundo convirtiéndola en un foco para la atracción de capitales -la octava ciudad europea más atractiva para invertir, según datos de 2015-, una de las ciudades con menos desempleo del Estado -un 9,9%, 80 mil personas, según información reciente, cuando la media a nivel española se sitúa en el 20,1%-; un Ayuntamiento con unas cuentas relativamente saneadas y un PIB que supone el 31% de la totalidad de Catalunya. En definitiva, una ciudad global.
 
Sin embargo, no hay cara que no tenga su cruz y Barcelona también es una ciudad que cuenta con enormes disparidades de renta familiar disponible, con diferencias muy marcadas según los barrios –algo que se ve plasmado, incluso, en la esperanza de vida, con diferencias de hasta 11 años según zonas-; una población en vías de empobrecimiento -el número de familias con rentas bajas desde el año 2011 al 2015, aumentó un 81%-; una economía enormemente terciarizada que absorbe al 89% de los trabajadores y trabajadoras, con un marcado monocultivo turístico y toda una sería de problemas asociados al mismo, como la precariedad laboral, la disneyficación de sus calles y plazas, fenómenos de exclusión, desplazamientos socioespaciales, etc.
Si hace un par de años, áreas populares como la Barceloneta, se levantaron para protestar contra la distorsión que suponía la transformación de su barrio en una agresiva centralidad turística –incrementos de los alquileres, expulsión de las clases más desfavorecidas, desaparición del comercio tradicional, problemas de convivencia-, ahora las protestas se han expandido llegando hasta el antiguamente industrial barrio del Poblenou. La constitución de la Plataforma #EnsPlantem, por parte de sectores del vecindario, ha puesto sobre la mesa las repercusiones que el modelo de ciudad diseñado tiene para la vida cotidiana de sus habitantes. Así, la existencia en el barrio de más de 700 pisos turísticos, 12 mil plazas hoteleras, más unas 3 mil quinientas que se encuentran en construcción, y una privatización creciente de sus principales espacios de socialización, como su Rambla, están suponiendo un encarecimiento acelerado de los precios de la vivienda y la reestructuración del comercio de proximidad hacía una oferta destinada al turismo. Es definitiva, los problemas ya evidenciados en la Barceloneta no han cesado, sino que, más bien, continúan su expansión a lo largo y ancho de la ciudad.

     Mapificacion de Russafa Descansa de fincas residenciales con alojamientos turisticos de corta estancia
 
Una ciudad debe tener un plan, sin duda, pero éste no puede ser contra su propia gente. Una economía diversificada, un parque de vivienda asequible, un espacio urbano desmercantilizado, unos equipamientos e infraestructuras que tengan en cuenta las diferentes formas que hay de vivir la ciudad, un transporte público barato, generalizado y eficiente o la disponibilidad de áreas verdes son algunas de las medidas que debe contemplar. Lamentablemente la apuesta turística apuesta por todo lo contrario y ejemplos como los de #EnsPlantem así lo manifiestan.
 
¿Será capaz Barcelona de cambiar esta inercia de décadas? Esperemos que sí. 
 
Articulo publicado en el blog de El Pais el 1 de septiembre de 2016
 
(*) José Mansilla es miembro del Observatori d’Antropologia del Conflicte Urbà (OACU).