
En épocas relativamente recientes en las que la sociedad era
fuertemente machista (y digo la propia sociedad, no solo determinados
individuos) cuando una mujer se quejaba de maltrato por parte de su
compañero la gente solía decirle "no será para tanto", o también "algo
hay que aguantar". Si esa mujer intentaba denunciar en comisaría, los
policías le decían "mejor intente arreglarlo con él" o se reían
directamente en su cara. Era muy difícil castigar al agresor. Podría
decirse que la ley estaba de su parte. Y la sociedad también. Si ella
denunciaba debería "atenerse a las consecuencias " de tener que seguir
viviendo en las proximidades de su maltratador. Afortunadamente, en ese
aspecto hemos mejorado.
Hoy
en día, cuando un ciudadano se queja de maltrato acústico crónico por
parte de un hostelero adyacente a su domicilio la gente suele decirle
"no será para tanto" o "algo hay que aguantar". Y si el vecino intenta
denunciar en comisaría los policías le dicen "intente arreglarlo con él"
o se ríen directamente en su cara. La ley tiene muy difícil castigar a
un agresor que parece tener a la ley de su parte. Y a la sociedad
también. Y si denuncia debe "atenerse a las consecuencias" de vivir en
las proximidades de su maltratador. Desgraciadamente, ello no tiene
visos de mejorar a corto plazo.
Existen muchas formas diferentes
de abuso y de maltrato, pero todas se parecen asombrosamente desde la
perspectiva de sus víctimas.
Armando Ojea Bouzo
Artículo publicado el 21/4/2016 en el Faro de Vigo
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